Buscando a nuestros futuros escritores
Luis Briñas ha recuperado su concurso literario tras el parón del año pasado. En esta ocasión, los organizadores han incorporado leves cambios respecto a las ediciones anteriores con el objetivo de hacer un concurso más enfocado a los alumnos de secundaria. El concurso se ha convertido en una excelente manera de fomentar la lectura y la escritura entre nuestros jóvenes y es de agradecer este tipo de iniciativas en el barrio. Para saber más sobre este certamen hemos estado hablando con Mª Jose, directora del centro.
¿Cómo surge la iniciativa de crear un concurso literario?
El concurso literario Surge hace unos diez años desde las Ampas de Luis Briñas, tanto de primaria como de secundaria; en realidad son las amatxus las que intentan dar a conocer el centro y las posibilidades que hay y, cuando en junio, hacen una especie de explicación de las diferentes extraescolares ellas presentaban un concurso literario pensado para primaria pero al que también invitan a los de secundaria.
Tras un año de ausencia, este año habéis recuperado el concurso con alguna diferencia respecto a los de años anteriores…
Los proyectos normalmente son personales y las personas que lo hacían eran amatxus que ya terminaban primaria, así que ahora lo han recogido otras personas. Lo que sucedió es que el año pasado cambian las juntas de las AMPAS y deciden no hacer el concurso y repensar el formato para intentar recuperarlo más adelante. A nosotros nos daba mucha pena perderlo y por eso este año lo pusimos como un objetivo del plan anual del centro pero haciéndolo sólo con los de secundaria. Casualmente una amatxu, Erika Castillo, que curiosamente era de primaria, nos dice que quiere recuperar el concurso literario. Entonces “engañamos” a otra amatxu que sí que es de secundaria, Mª Jose Goienetxe, y así, entre los departamentos de lengua y de euskera, las amatxus y el equipo directivo, decidimos poner en marcha de nuevo el concurso. En cuanto a las diferencias, lo que hicimos fue repensar, sobre todo, el acto de entrega de premios y hacer algo más serio, pensando en el alumnado de secundaria. Al final ha salido un evento muy “de andar por casa”, pero muy bonito.
¿Cuántos alumnos se han presentado al concurso en las diferentes categorías?
Lo que se ha hecho ha sido dar las nociones para hacer los textos como parte de las clases y, a lo largo de los meses, desde diciembre más o menos, se han ido recogiendo y seleccionando los trabajos para el concurso. Se podría decir que se han apuntado todos los alumnos pero que en el concurso han tomado parte como la mitad más o menos en las diferentes categorías que este año han sido poesía y dedicatorias, cuentos, diálogos teatralizados…
¿Quién ha ejercido como jurado del concurso?
El jurado han sido los profesores porque no queríamos dar trabajo extra a los invitados, ya que este año, aparte de vuestro periódico, también ha habido miembros de la Agrupación de comerciantes y profesionales como Luis Marias, el guionista de “Ola de crímenes” la película de Gracia Querejeta que se rodó en el instituto, dos novelistas como Alberto Valverde y Sonia Córdoba, el poeta Hugo Larrazabal y la rapsoda Elvira… como puedes ver un poco de todo.
¿Qué importancia tienen este tipo de iniciativas a la hora de fomentar la lectura entre los chavales?
Hombre… ya no es la importancia que le demos nosotros, sino que incluso desde el Gobierno vasco, una de las líneas prioritarias de trabajo es la lectura porque, aunque parece mentira, hay que reconocer que nuestro alumnado muchas veces sale sin saber leer de verdad. La lectura es un pilar fundamental de la educación, eso es evidente, pero lo que más nos importa no es que sepan leer o que sepan comprender lo que leen, sino que sepan disfrutar de la lectura. Y por eso creemos que en todos los centros debería haber un concurso así para motivar a los chavales porque leer, todavía leen, pero escribir es más complicado. Por eso estamos tan agradecidos a todos los que habéis participado porque, a pesar de todo lo que se puede mejorar, acabamos muy satisfechas de cómo salió todo.
Ane 15 años
“Lo que me gusta es que surja una idea y, a partir de ahí, hacerme yo mis paranoias mentales y escribir lo que me va saliendo”.
Con sólo 15 años, Ane se ha convertido en la gran protagonista del concurso literario de Luis Briñas al conseguir cuatro premios (un primer puesto en la categoría de poesía en castellano, dos segundos en las de narrativa en euskera y castellano y una mención especial en la original categoría de diálogo teatral) en el certamen. Un talento en ciernes que, sin duda, se merecía un hueco en nuestro periódico.
¿Cómo empiezas a interesarte por la escritura?
Siempre me ha gustado, pero la primera vez que vi que podía llegar a algo y que escribía bien fue en sexto, cuando escribí una historia policiaca que se supone que tenía que ser corta y acabé haciendo siete folios. A mis compañeros les gustó mucho y fue la primera vez que pude leer algo y que, realmente, estuvieron callados.
En el concurso de este año has recibido premios en diferentes categorías, ¿en cuál de ellas te sientes más cómoda?
A mí lo que me gusta es que surja una idea y, a partir de ahí, hacerme yo mis paranoias mentales y escribir lo que me va saliendo.
¿Te ha enseñado alguien o eres totalmente autodidacta?
Yo me pongo a ello y me salen las ideas; sí que la poesía la atribuyo a mi gusto por la música y en concreto por el rap, de donde he aprendido mucho vocabulario para poder escribir con palabras diferentes y que no sea algo repetitivo.
En cuanto a la lectura, ¿qué géneros te gustan más?
Sobre todo la fantasía. Ahora estoy con las historias de Percy Jackson, escritas por Rick Riordan; me atrae mucho la mitología y la literatura histórica y fantástica.
¿Te has planteado alguna vez dedicarte a esto de manera profesional?
Sí pero no… me explico: a mí me gusta mucho escribir, pero tengo otras dos grandes pasiones ya que me gusta mucho el deporte, sobre todo el rugby, y creo que podría llegar a algo y también quisiera cumplir mi sueño de ser veterinaria para poder ayudar a los animales. Pero sí que espero poder compaginar todo esto con la escritura. De momento, si me entero y tengo tiempo, me seguiré presentando a concursos literarios.
Concurso literario Luis Briñas
Estos son dos ejemplos de las decenas de relatos presentados en el Concurso Literario de Luis Briñas.
LOS 10 CERDITOS – Autora: Maitane Gómez
Todo el mundo ha escuchado alguna vez el cuento de los diez cerditos, ¿no? Bien, seguro que habéis escuchado su historia, pero, ¿a que nunca habéis escuchado mi versión? No, porque no pude llegar a contársela a nadie.
El día 3 de noviembre de 2006, vi una familia de cerdos que vivía feliz en el bosque (una madre y sus 10 hijos). Un día, la mamá cerdo enfermó y los cerdos se quedaron a cuidar de su madre. Yo les espiaba todos los días, aunque ellos no me veían.
La madre no podía con semejante dolor y, una noche que casualmente yo pasaba por ahí, se clavó un cuchillo y se mató. Antes de morir, el día anterior, les dijo esta frase a los cerdos: Nunca le abráis la puerta a nadie, por ahí hay gente que os quiere comer, sobretodo un unicornio travieso.
Llamaron a su abuela (la reina del pueblecito) por su Iphone 6 y le contaron lo ocurrido.
Un día, los cerdos estaban en casa, solos y aburridos. De repente, sonó la puerta tres veces. Efectivamente, era yo, el unicornio. Yo quería ser su amigo, porque vi que estaban muy solos, como yo.
Los pequeños cerditos no me abrieron la puerta, porque se creían que yo les quería comer. Así que me tuve que inventar la excusa de que era su abuela, pero aún así, no se lo creyeron.
Me dijeron que les enseñara el rabito, así que fui a un matadero de cerdos y les pedí un rabo. Fui a casa de los cerdos y, por la cámara de la casa, enseñé el rabito, solo el rabito. Los cerdos me abrieron la puerta y me los llevé a todos, menos a uno que se escondió. Pero, por lo menos, tenía a los otros 9. Me los llevé a la playa.
El cerdo que no me había llevado llamó a su abuela y empezó a decirle que yo había raptado a sus hermanos, que me los iba a comer a todos…
Me presenté ante los nueve cerditos y les dije quién era y qué quería de ellos. Los cerdos lo entendieron y nos hicimos amigos, muy buenos amigos. Hasta que nos tumbamos a tomar el sol, vino la abuela y se los llevó y, pensando que me los quería comer, me metió piedras en la tripa.
Me desperté y vi que los cerdos no estaban, así que pensé que estarían en el agua. Fui a meterme y me ahogué. Me recorrí flotando todo el mar y, al final, acabé en una isla, solo, sin agua, ni comida, ni compañía…
Al cabo de unos días o unas semanas, ya ni lo sé, me hice una cabaña muy grande con palos, con madera, cuerdas… Fui consiguiendo comida y muchas otras cosas. Una de ellas, que fue la mejor, fue la compañía.
Era como yo, pero en chico y súper guapo, y se llamaba Ramonete. Nos hicimos mejores amigos y vivimos juntos mucho tiempo, hasta que un avión vino a salvarnos.
Adivinad quién había dentro del avión. Exacto, los cerdos. Venían a disculparse por lo de su abuela. Y aunque era un poco tarde, 6 años más o menos, yo les perdoné. Querían que volviera con ellos, pero… no, me quedé con Ramonete a vivir para siempre.
Un año después, me pidió matrimonio y nos casamos. Vivimos juntos hasta que a los 20009998 años morí enferma.
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LA CASITA DE HONDARRIBIA – Autora: Rebeca Tejerina
Mi nombre es Lucas y actualmente vivo en Oxford. Soy de un pueblo llamado Hondarribia. He pasado los mejores años de mi vida allí, incluidos los veranos, disfrutando junto al mar. Mis padres me llevaron a vivir a Oxford cuando tenía 16 años y la primera vez que regresé a Hondarribia desde aquella mudanza fue 4 años después. Regresé para disfrutar de unas vacaciones con mis viejos amigos, los de toda la vida, los que te hacen sentir querido. Lo que no sabía es que en ese verano mi vida iba a cambiar para siempre. Decidí ir la segunda quincena de julio con mi maleta llena de ilusión y ganas de divertirme. Hacía 4 años que no les veía y que no hablaba con ellos, ¡qué curioso!, en plena era de la informática y no nos wasapeábamos. Imaginaba que todos teníamos una vida muy ocupada, acabando estudios, buscando trabajos…
Cuando llegué a Hondarribia encontré que el pueblo había cambiado un poco y que mucha gente que había conocido años atrás ya no estaban. Lo que sí estaba allí era la casita junto al mar en la que me reunía con mis amigos. Se podía apreciar que las paredes exteriores estaban oscurecidas, como si hubiese sufrido un incendio. Allí no había nadie, entonces decidí que sería mejor ir a la casa que había alquilado y esperar a que llegara la noche para juntarnos, como siempre lo hacíamos. Yo sabía que ellos estarían allí.
A las nueve de la noche, con el calor propio de Julio, me dirigí nuevamente a la casita de la playa. Cuando me aproximaba, vi los farolillos encendidos, aquellos que siempre encendían Arhane y Lena. También me llegaba un olor muy apetecible a carne churruscada en la barbacoa. Seguí acercándome y escuché los silbidos de mi amigo Adei, ¡y cómo no! los otros sonidos que oí eran los que provenían del estómago de Irai, ¡siempre igual! trago de cerveza que metía, eructo retumbante que aparecía. Cuando me acerqué les observé, ellos todavía no se habían dado cuenta de mi presencia. La verdad es que había llegado sin avisar. De repente los cuatro me miraron y nos abrazamos, y reímos, como lo hacíamos antes.
Estuve quince días allí y todas las noches nos reuníamos. Siempre era lo mismo: risas, juerga…diversión. Pero era curioso, por el día nunca estábamos juntos, jamás los veía. Una tarde cogí la bici y me di un paseo por el pueblo; como no encontré a ninguno de mis amigos, me acerqué al bar del padre de Irai. Siempre comprábamos allí las cervezas para llevar a la casita de la playa. Cuando me vio se quedó quieto, inmóvil, sus ojos me miraban vidriosos y en ese preciso momento se acercó a mí y me abrazó con tanta fuerza que casi me rompe. Después de ese instante tan largo y tan corto a la vez le pregunté dónde estaba su hijo al que nunca veía por el día, al igual que el resto del grupo. Era incapaz de ponerme en contacto con ellos, sus teléfonos siempre estaban fuera de servicio. Entonces el padre de Irai me miró con una tristeza que jamás olvidaré.
-¿Cómo es posible que lo hayas olvidado?-me dijo. –Claro, posiblemente por lo que tú has sufrido también. Voy a enseñarte algo para ayudarte a recordar-Entonces sacó un periódico de un cajón, era de 4 años atrás en el que salía un artículo con un título que decía: “Fallecen cuatro jóvenes y uno queda malherido en la casita de la playa”. Entonces, todavía con el periódico en la mano, me despedí del padre de Irai y me dirigí nuevamente hacia la casita.
Era de día, estaba solo, leí, recordé, no me gustaba lo que recordaba. Estaba solo, muy solo, no me gustaba. Sentía un vacío muy grande, mi mundo se desmoronaba pero decidí esperar a la noche allí sentado. Creía que ellos vendrían y me harían compañía. Al llegar la noche aparecieron como siempre estábamos juntos y lo pasábamos bien. No quería separarme de ellos, los necesitaba. Aunque nadie me creía, yo los veía o puede ser simplemente que desde el accidente me estuviera volviendo loco. Desde entonces todos los veranos voy a Hondarribia, a la casita de la playa, donde ellos me esperan para que yo jamás esté solo, ni en mi mundo, ni en el suyo.
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BERDINTASUNAREN BILA – Egilea: Olatz Cuerdo
Martxoaren zortzia
egun polita da
emakume guztiak
gaur batuko gara
Emakumeek futbolan
Lezaman jolasten
ta mutilek jolasten
dute San Mamesen
Iraintzea ta jotzea
ez da errespetua
hau guztion artean
nahi dut aldatua
Erasorik badago
behar da salatu
matxismoa badago
laguntza eskatu
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