SANTUTXU Y +

Este mes se acerca a nuestras páginas de Santutxu y más uno de los grandes de las artes escénicas bizkainas e incluso estatales. Con una dilatada experiencia en el mundo de la interpretación, Ramón Barea ha participado en infinidad de obras de teatro, películas y series de televisión, dejando en cada una de sus actuaciones su impronta personal. A pesar de haber conocido el éxito, tanto a nivel de público como de crítica, este veterano actor no se olvida de sus orígenes y por eso creó ya hace algunos años el Pabellón 6, “un espacio de entrenamiento y de juego” para actores, tanto noveles como consagrados.
¿Cuándo empiezas a interesarte por el mundo de la interpretación?
Desde la adolescencia. Ya en el club juvenil de mi parroquia, en el casco viejo de Bilbao, empecé a hacer teatro, teatro leído primero y luego teatro representado. Lo hacíamos en el salón de actos de las monjas de la calle Ronda. No me preguntes por qué empecé a hacerlo, pero desde muy joven tenía en la cabeza la idea de querer ser actor. Fui también espectador muy joven de teatro y cuando venían aquellos famosos festivales de España que actuaban en el Coliseo Albia, yo iba siempre porque me encantaba ver aquellas representaciones. Me gustaba el teatro, pero también la Zarzuela, que me parecía grandiosa, con las orquestas los coros y esa alegría que tiene el teatro musical
¿Tenías referentes en aquellos años? ¿algún actor/actriz favorito/favorita?
No. Nunca he sido demasiado mitómano… más bien nada. Naturalmente, admiraba los actores que estaban en aquel momento como Rodero, Bódalo, los Gutiérrez Caba… en fin, la gente que salía en la mejor televisión de España, en aquellos programas de Estudio 1 y que todo el mundo veía porque no había más televisión que aquella.
¿Qué pensó tu familia cuando les dijiste que querías dedicarte a esto?
No se lo acababan de creer. Querer ser actor en aquella época, en la que no había teatro profesional ni comercial ni de ningún tipo en el País Vasco, y todo el teatro estaba en Madrid en Barcelona, era una barbaridad. Naturalmente, la familia me animó a no ser actor y a seguir trabajando en la oficina en la que estaba. Fue una cabezonería mía que me hizo dejar eso que las madres dicen “un trabajo seguro” para empezar a trabajar como actor y formar el primer grupo de teatro en Bilbao, que se llamó Cómicos de la legua y en el que estaban Álex Angulo, Santiago Burutxaga… mi generación es la primera generación de teatro profesional vasco. Desde los años 70 yo, afortunadamente, estoy viviendo de mi oficio, de manera irregular pero he conseguido supervivir. Lo más difícil de mi profesión es permanecer y en ese sentido me considero un privilegiado…
Porque supongo que sería complicado en aquellos años dedicarse a esto…
Sí claro. Como te digo, en aquella época había que inventarse todo y nosotros acabamos construyendo un circuito en el que el teatro era una práctica habitual. Es decir, en fiestas de pueblos, en antiguos frontones, cines,… el teatro se fue incorporando como una actividad más en aquellas Comisiones populares de fiestas. Vamos, que era empezar de cero.
¿Cuáles son los mejores recuerdos que tienes de aquella época?
Sin duda, el trabajo colectivo y el pertenecer a un equipo estable de trabajo con el que ibas aprendiendo y creciendo. Cada obra era un tema para el que tenías que prepararte, piensa que nosotros escribíamos los textos y, por tanto, teníamos que buscar documentación, asesoramiento… tenías que escribir el texto y poner en pie aquello. Era toda una aventura y eso, unido a que tenías 20 años y toda la vida por delante, supone que recuerde esa época con especial cariño, naturalmente.
Has hecho cine, teatro, televisión… ¿en cuál de los tres medios te sientes más cómodo?
No cabe duda de que el teatro es el espacio más natural para el actor. Yo siempre digo que he sido un afortunado por haber podido alternar teatro, cine y televisión. Pero, como te decía, el territorio más natural del actor es el teatro porque es donde se puede dominar el tiempo y el espacio y se puede tener una idea de la totalidad. En el cine y la televisión no, porque todo es fragmentado, parcial, y nunca tienes la conciencia de la totalidad como la tienes en el teatro.
Huyendo de falsas modestias, ¿cuál crees que ha sido tu mejor papel?
Sin duda, el mejor ha de ser alguno de los próximos que voy hacer. Naturalmente, tengo cariño a algunos personajes, tanto de cine como de televisión o de teatro, pero yo creo que ese que todavía tengo que hacer el próximo que voy a hacer en una película o el próximo que voy a hacer en una obra de teatro, ha de ser seguramente mi mejor personaje. Este oficio es así. Nunca acabas de aprender.
Aparte de actuar, también te dedicas a escribir, ¿qué faceta de las dos te resulta más complicada?
Si te digo la verdad, yo prefiero actuar. El texto ya está escrito, dirige otra persona, produce otra gente, y tú sólo tienes la responsabilidad de actuar. Escribir o dirigir, es decir, los trabajos más solitarios, son bastante ingratos y deja mucha huella para bien y para mal. Yo soy más feliz siendo solamente actor.
Háblanos sobre la creación del Pabellón 6 y el impulso que ha supuesto para las artes escénicas en Bilbao
PABELLÓN 6 es, sobre todo, un espacio de entrenamiento y de juego. Hay que recordar que estamos en un oficio que tiene un 80% de desempleo o de empleo muy irregular. Sin embargo, para un actor, hacer tablas es absolutamente necesario; es decir, practicar, ponerse a prueba, estar activo. Eso es lo que consigue PABELLÓN 6: mantener un grupo muy numeroso de actrices y actores, autores, directores ,directoras,… trabajando, escribiendo, pensando, actuando… Y encima, si tienes un público que asiste de manera regular, quiere decir que merece la pena. Te diré como primicia, que PABELLÓN va a sufrir una reforma muy básica, pero para nosotros muy importante, que va a ser que el año que viene sea todavía más agradable para el público y para los equipos de trabajo.
¿Sirve Pabellón 6 para demostrar que para vivir de esto no es necesario irse a Madrid o Barcelona?
Mira, PABELLÓN y la gente que está alrededor del pabellón no se encierran en ese espacio. Quiero decir que ese es un espacio de juego pero, afortunadamente, la gente, actores, actrices directores, directoras… que están alrededor del proyecto están (estamos) trabajando en cine en televisión, en teatro… y no aspiramos a que PABELLÓN, de momento, sea nuestro modo de vida principal. A ver, yo he estado encabezando repartos en el Centro dramático Nacional, en la Compañía Nacional de teatro clásico o, recientemente, en una productora privada compartiendo reparto con Nuria Espert, Laia Marull… quiero decir qué el hecho de que exista pabellón no quiere decir que no se esté trabajando en otros ámbitos. El “Romeo y Julieta” que yo dirigí ha estado recientemente en el Arriaga o la gente que estaba en algunos de los montajes teatrales son rostros habituales de televisión o de otras compañías de teatro.
Hablando de nuestros barrios (Santutxu, Otxarkoaga, Txurdinaga, Begoña, Bolueta), ¿qué relación tienes con esta zona de Bilbao?
Bueno, durante muchos años, Cómicos de la Legua tuvo un local de trabajo junto a Santutxu, en Bolueta, en el edificio Panera, así que he pasado bastante tiempo de mi vida profesional en esa zona. Y de mi infancia, mi tía Benita, la hermana de mi padre, vivía en un bajo en Santutxu, en la calle Zabalbide y, para mí, era una aventura subir hasta allí arriba y recibir alguno de los regalos de juguetes de artesanía de madera que hacía mi tía Benita. Bueno, y ya la última es que mi madre fue maestra en la escuela de Solokoetxe toda su vida.
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