Balance y cuenta nueva
No sé vosotros, pero yo tengo la sana costumbre de hacer balance cada vez que termina un año. No tanto para aprender de lo vivido y tratar de no repetir los errores cometidos a lo largo de los últimos 365 días, que también, sino que más que nada para tomar conciencia de lo mucho o poco que he logrado avanzar en ese mismo periodo de tiempo. En este caso de lo mucho o poco que hemos logrado avanzar como colectivo, claro, porque dudo que a nadie le interesen mis devaneos personales.
Así que es inevitable que en esta primera columna de 2019 os hable de mis deseos para este año que comienza.
Para empezar, deseo que sigamos luchando por avanzar en el terreno de las conquistas sociales, porque aún tenemos mucho trabajo por delante. El 2018 será conocido como el año en el que la lucha feminista fue abrazada por buena parte de la sociedad, pero, como ya comentaba en su día, corremos el riesgo de que el mercado termine por fagocitar esa lucha como ya hizo con otras anteriormente. Por favor, que no lo haga.
Este 2018 ha sido también el año en el que los jubilados han salido a la calle a defender sus derechos. Unido a esto, mi segundo deseo es que vivamos un poco menos en la esfera de las redes sociales y más en la calle. Las imágenes icónicas y las consignas en 140 caracteres pueden ser un buen detonador para la acción, pero el único lugar en el que pueden sentirse los efectos de esa acción es en la calle. Mientras que las redes sociales apelan al corazón saltándose todo filtro racional, la acción comunitaria apela al diálogo. Y el diálogo tiene tanto de habla como de escucha. Algo muy necesario en esta sociedad en la que nos movemos.
Por último, ya que estamos en la calle, deseo que en 2019 sigamos haciendo barrio entre todos. Ya no sólo entre los comerciantes o entre los impulsores de proyectos como este periódico, sino entre los vecinos de a pie.
Porque, a pesar de lo que nos digan desde otros estamentos, los edificios se construyen desde abajo.
¡Feliz 2019 a todos!
Abel Amutxategi
LAS ETAPAS DE LA VIDA
Cuando te vas haciendo mayor eres consciente de las distintas etapas por las que pasa tu vida. Y no me refiero sólo a las etapas biológicas: niñez, adolescencia, madurez, vejez… Me refiero a esos cambios a los que te ves sometido por las circunstancias vitales a veces inesperadas y otras no. En ocasiones son debido al fallecimiento de un ser querido, el nacimiento de un bebé, un accidente, una pareja, un trabajo…. Quizá para algunos sea la muerte de una abuela o abuelo en la niñez o adolescencia. Para otros la llegada de un hijo es la que cambia tu modo de vivir (no te digo si son dos hijo o más…). Para muchos seguramente que la muerte de una madre o un padre es uno de esos momentos en los que te cae una losa que no se te irá nunca. Ese momento en el que te das cuenta de que había un paraguas bajo el que te resguardabas, y al que no dabas importancia porque siempre estaba ahí, y ya no está. Quizá ese sea el momento en el que te haces mayor de verdad. Ese momento en el que ya no puedes llamar a tu madre para preguntarle eso o a tu padre para que te solucione aquello. Supongo que así es la vida, pero a veces es una mierda. Aprovechemos esos momentos felices y vivámoslos.
“La felicidad es un trayecto, no un destino. Baila cómo si nadie te mirara.
Canta cómo si nadie te escuchara. Ama cómo si nunca hubieran roto tu corazón. Vive cómo si la tierra fuera el mismo cielo”
J.A Medina
Una gran maniobra de distracción
El pasado mes, charlando con mi amigo (creo que me permitirá este tratamiento) Richard Sahagún sobre su obra “Caballo/Dostoievski”, que se estrena este mes en el teatro Arriaga, hablábamos sobre el repunte del consumo de heroína entre los jóvenes. Una muy mala noticia que nos retrotrae a aquellos tiempos oscuros en los que el desconocimiento y la mano negra de quien la introdujo entre la juventud para evitar que pensaran en otras cosas, acabaron con gran parte de una generación.
Por si no fuera suficiente con el aumento del consumo de drogas entre los jóvenes, este sistema, que tan bien atado lo tiene todo, ha ideado una estrategia de distracción similar a lo que se relataba en los 80 en el famoso “Informe Navajas”.
En esta ocasión, el método es más sofisticado y, en vez de introducir drogas en las zonas marginales, lo que se hace es abrir, en esas mismas zonas, locales de apuestas deportivas, y bombardear con publicidad a través de los medios y las redes sociales, utilizando para tal fin rostros de deportistas, actores o presentadores de éxito.
Apuestas deportivas, poker on line, bingo on line… y todo es tan sencillo como hacer click en un botón de tu teléfono móvil o pasarte por el bar de al lado del instituto a apostar un eurito en el partido del Athletic.
Jóvenes con pocos recursos que, de repente, se ven con algo de dinero en el bolsillo gracias a un par de apuestas ganadas y que se creen que todo es así de sencillo… esos son el caldo de cultivo de esta maraña orquestada por las grandes mafias que funcionan con el beneplácito del estado y la complicidad de las grandes empresas y de los propios clubs deportivos que aceptan lucir la publicidad de estas mafias en las camisetas o en las vallas publicitarias a cambio de ingentes cantidades de dinero.
El pasado 15 de diciembre en Azpeitia, la plataforma Elkar-ekin convocaba una concentración contra la casa de apuestas de la empresa RETA con la adhesión de 17 grupos locales y esta misma semana varios colectivos sociales han hecho un llamamiento a boicotear este tipo de publicidad, demostrando que, una vez más, los agentes sociales van por delante de las instituciones ante un problema que debe ser atajado inmediatamente.
Así que, en este año electoral, en este tiempo de pactos y “política de despachos”, esperemos que los que tienen que legislar no se olviden de acabar con esta lacra y no tengamos que lamentarnos de ver otra generación perdida.
Sergio Iglesias
Yo soy de Otxar eta zer
No hay mes que Otxarkoaga no aparezca en los medios de comunicación, y no me refiero a ese afortunado ganador de más de 130000 euros que ha sellado un boleto de la primitiva en Otxarkoaga. Justo además el 22 de diciembre el día de la lotería. Me refiero a la quema de coches que están sucediendo con cierto cotidianidad en el barrio.
Según parece durante los dos ultimo años , en los aparcamientos de las curvas de Txotena , se han quemadodemasiados coches. Existen varias versiones sobre lo sucedido, por una parte están los que creen que es se trata de un pirómano y que de vez en cuando pues le da por esa “afición” y se dedica a quemar los vehículos aparcados en la zona. La segunda, y mucho más “morbosa”, es que se tratan de “cuentas pendientes” por negocios (vete a saber que tipos de negocios)
Yo no tengo ni idea, pero voy a jugar un poco a “Sherlock Holmes” la primera versión me parece poco creíble, porque en todas las ocasiones solo ha sido un coche el afectado. Los pirómanos no creo que cuando van a cometer su fechoría se dediquen a elegir un coche u otro (parecen que tienen preferencias por furgonetas, por lo menos en el barrio). Respecto a la segunda versión, tampoco tengo ni idea. Pero suena mucho a película, me recuerda aquella escena de la película “El padrino” cuando aparece en la cama del mafioso su caballo muerto.
Muy complicado es saber lo que realmente sucede , y mas difícil es pillar infraganti a los infractores de estas majaderías. Soluciones pues; pocas, quizás algunas cámaras en los aparcamientos, y denunciar a la primera sospecha.
Lo que si podemos exigir es velocidad en la retirada de los vehículos quemados. No voy a volver con la retahíla “que si el coche quemado hubiera sido en el centro”. Todos sabemos que no es igual, pero si pido celeridad para que se vuelva lo mas rápido posible a la normalidad.
Kerman oliva
ADIOS 2019
Soy un aguafiestas. Me gusta dar por saco. Provocando me siento cómodo e incluso útil. Ya lo decía mí amatxu, “Hasta cagando provocas”. Cierto que con los años he tratado de refinarme pero carezco de voluntad para el postureo, lo formal, lo correcto y recto, y el papel higiénico de cuatro capas perfumado. Mi culo no soporta tanta delicadeza, mis convicciones menos. Queda claro, soy bizarro y peleón. Por ello les recuerdo el jodido año que nos espera. También a usted aunque su renta le permita dar la espalda a casi todo mientras solo se mira el ombligo para quitarse pelusas y costras varias.
Le invito amablemente y por su propio bienestar a que diga adiós al 2019 debido a las previsibles tormentas políticas, sociales y económicas que se avecinan. En realidad son las mismas del pasado año, siempre son las mismas, pero con novedades de saldo
Año de elecciones, año de inaniciones. Dará igual que sean municipales, forales, estatales, europeas o de comunidad de vecinos. Hacía marzo todo se paralizará para instalar la carpa del circo político en la que las ciencias sociales dejarán de ocuparse de la sociedad libre compuesta por ciudadanos de derecho donde lo menos importante es ordenar la convivencia colectiva y el bien común. En este eterno tiempo preelectoral, entre la política dogmática y la política funcional hay una suerte de confusión instrumental, intereses cainitas, debilidades sin redención, proxenetismo ideológico y estética porno de formas obscenas. Sin rodeos. Menuda mierda de año nos espera.
Por si acaso nos da por disfrazarnos en borrokas presionistas están retirando de las gasolineras la venta de chalecos amarillos inflamables, todo apunta a que las momias no se moverán de los valles caídos, que las conversaciones filtradas y recurrentes ya giran entorno al posible descenso del Athletic, y las manadas con vox y voto fascista, o que Cataluña será fuente inspiración de la próxima película de Disney. Y por supuesto tampoco dejaremos de escuchar que Bilbao continuará siendo la mejor ciudad del mundo para hipertensos por estar desalada y sin pil pil.
Ahora en serio, nada hay tan serio como reírse de uno mismo responsabilizándose. Por eso no espere a que el circo político, el de proximidad o el del más allá, le convierta en espectador cautivo, pasivo y alerdado del mayor espectáculo del mundo… su propia vida.
Por todo esto y siempre provocando, -es más divertido-, anticipase, diga adiós al 2019 cagando a gusto. Que nadie nunca le diga que papel higiénico necesita su culo. Mucho menos quien suscribe.
Jokin González
DE COMPRAS POR EL BARRIO
Ya vienen los reyes…
Me gustan las tradiciones y, aunque a veces el cansancio y el hastío que tristemente estamos viviendo en esta sociedad me hacen tener ganas de tirar la toalla, me obligo a continuarlas. Las tradiciones son una parte importante de nuestra cultura, con grandes significados y valores que debemos seguir manteniendo vivos, sin olvidarnos de la ilusión que genera y que, tristemente está desapareciendo… Pero bueno, ese es otro tema, el caso es que ando pensando en los reyes (en los Magos que en los otros prefiero no pensar mucho), y me he ido de tiendas por el barrio… ¿de tiendas? ¿¿¿De que tiendas??? Recuerdo el Santutxu de hace unos años, donde los pequeños comercios llenaban las calles y eran parte de la rutina diaria de las familias:
-“Bajo a comprar una bata donde Abelene”-“Charito, guárdame ese vestido de comunión que mañana te lo pago”-“Garanda está de rebajas, ve a versitienen aquel pantalón rebajado”-“Mari, ve poniéndome un kilo de patatas y tres de mandarinas mientras voy al banco, a ver si no tardo mucho”-“Seguro que lo tienes en El Telero”
Desde Zumalakárregui a San Antón, en la calle Zabalbide no había una lonja libre: el edificio de telefónica, el cine Artagan, la nueva taberna Aida, Novedades Charito, Telecanal, la tienda de papel pintado, la carnicería, la pescadería, los ultramarinos de Conchi, la paragüería, la librería, la cristalería…La calle Santutxu no se quedaba atrás: el cine Santutxu, la librería de El Carmen, Abelene, Garanda, la charcutería, La Rosaleda, calzados Santutxu…La calle Santa Clara fue creciendo, la zona del Karmelo llena de bares, lencerías, tienda de bolsos…Y la zona de la Campa, en la que bares y tiendas ultramarinos dejaban asomar pequeños comercios: Fersan, el telero, la droguería del patito…
Mi madre tenía tienda de ropa y por estas fechas no se daba abasto. El día de Reyes no íbamos a casa a comer, comíamos en la tienda o un bocata en el bar de Justi, y no se cerraba hasta bien pasadas las doce de la noche. Recuerdo un año que me faltaba un regalo para mi padre, y a eso de la una de la madrugada bajé a la librería de Zabalbide a por un libro, y no era la única que estaba comprando. Antes no había problema… en un par de horas podía comprar todos los regalos sin apenas moverme de la zona: en la perfumería de Maribel los regalos de mis hermanos, allí me encontraba con mi tía y varias vecinas; Hogar Hotel para coger algo a mi madre; la librería para mi padre; y algo de ropa para mí ¡no me iba a quedar yo sin reyes!
Hoy en día es impensable. Esta mañana he recorrido todo Santutxu y de todas aquellas tiendas sólo quedan un montón de locales vacíos con el cartel de “Se alquila” o “Se vende”… De aquel Santutxu comercial de hace unos años sólo queda Garanda, Calzados Santutxu, Librería Garza y algún otro comercio que va resistiendo… ¿comprar en le barrio?? Donde?? Fruterías, todo a cien, alguna tienda de arreglos… No tenemos tiendas… Santutxu se ha convertido en un pequeño desierto comercial, al igual que otros barrios, e igual al camino que lleva Bilbao, ese Bilbao del “buen vestir” que ahora está lleno de almacenes de lujo llenos de ropa barata trabajada a destajo… Es como si alguien pasase la aspiradora y apenas quedasen unos pocos vestigios fuera de lugar… Yo quiero comprar en mi barrio… pero no tengo tiendas. Igual lo que hago es pedírselas a los Reyes Magos, o mejor a los otros, que esos sí existen y dicen que cobran por hacer que todo vaya bien ¿o no???
A. Estrada
O sí…nos angustia ver a los demás lloramos, tendemos a asociar el llanto a debilidad y es ese el mensaje que mandamos a los niños pero eso no es así, llorar tiene más beneficios de los que pensamos, entre ellos el alivio emocional, nos ayuda a relajarnos y a expresar nuestro estado de ánimo ya que el llanto activa el Sistema Nervioso Parasimpático que es el que se ocupa de mantener relajación y descanso al cuerpo después de haber hecho un esfuerzo. Las lágrimas emocionales liberan también oxitocina y endorfinas, fundamentales para que nos sintamos bien, de ahí el motivo por el que nos ayuda a aliviar nuestro estado emocional.
Llorar tiene otras ventajas: mejora el sueño, nos ayuda a deshacernos de bacterias, reduce nuestro nivel de estrés e incluso nos ayuda a mejorar nuestro ritmo cardíaco.
Pero si hay algo positivo en el llanto es el hecho de que a veces las lágrimas son el primer paso para superar el dolor, para elaborar, por ejemplo, el duelo en una pérdida, llorar nos hace conectar con ese sufrimiento, con esa sensación de que el alma literalmente se nos parte, nos ayuda a lidiar con esa tristeza infinita y exteriorizar lo que estamos sintiendo. A pesar de lo duro que resulta, es necesario llorar la pérdida para poder superarla, de otra manera nos quedaremos enganchados a ella de por vida.
Y aunque en ese momento no lo vemos, las lágrimas nos ayudarán a seguir adelante, a dejar atrás poco a poco lo que nos dolió, con tiempo iremos recuperando nuestro espacio, nuestra vida…pero para eso es necesario llorar la etapa anterior, despedirnos y ser sinceros con nosotros mismos con respecto a lo que significó.
Es importante dejar llorar a quien necesita hacerlo, no tenemos que actuar, ni intentar arreglar lo que esté viviendo, sólo escuchar, permitir y que sienta que estamos ahí.
Cuando en las sesiones la gente me dice que no quiere llorar más siempre pienso en esas otras personas que no pueden hacerlo y me preguntan cómo conseguirlo, como pueden liberar ese bloqueo, esa sensación de opresión en el pecho que les invade y les impide continuar.
Vamos a intentar cambiar el “no llores más” por “llora lo que necesites” ya que ésa es la forma de ayudar a quien está sufriendo.
Silvia Iglesias
UN GRAN BARRIO
Un barrio es como un país. Tiene fronteras, cuenta con convencidos defensores de su integridad, articula muchas veces su propia lengua y, en multitud de ocasiones, muestra gobierno propio compuesto, claro está, por todos y cada uno de los vecinos que lo componen. Por esa razón, un barrio es origen y referencia obligada en la historia personal de sus integrantes. Es el primer anclaje de su existencia y la explicación de buena parte de su ser como personas. Dicho de otro modo, los barrios marcan el inicio de muchas historias. Les dan sentido y las hacen comprensibles. Santutxu es una buena prueba de ello.
Ser de Santutxu completa y mejora el bilbainismo que se supone al que proclama ese origen. Universo casi independiente, pues no en vano se dice bajar a Bilbao cuando uno de apresta a dejar atrás las fronteras del barrio, el paso del tiempo le ha dotado de una personalidad propia en la que los vecinos cuentan, o al menos así debiera ser, con un protagonismo especial. Porque, bien mirado, Santutxu se comporta muchas veces como una ciudad paralela a la Villa. Tiene todo lo necesario para sus habitantes. Hasta me atrevería a decir que bien podría contar con un alcalde propio sino fuera porque la legislación actual obliga a lo que obliga.
Querencias a un lado -que a lo mejor son más de quien escribe que de la generalidad de los habitantes de Santutxu-, la realidad se impone sin piedad hasta el extremo de que nos hacemos tan iguales al resto que nos limitamos a exigir lo que otros han de hacer por nosotros. Y más con las elecciones municipales a la vuelta de la esquina. Todo se deja en manos de los políticos que, sabedores de su protagonismo, hacen y deshacen, se sacan la foto pertinente y obtienen los rendimientos pretendidos. Ellos triunfan, mandan y, desde los barrios, les dejamos que decidan todo. De ellos son las obligaciones y de nosotros los derechos. Olvidamos así que la personalidad de un barrio se mantiene gracias a una identidad concreta, a un sentimiento de pertenencia que obliga, no sólo a su conservación sino también a su transmisión. Un sentimiento que implica que la construcción de un barrio se hace día a día desde el puesto de cada uno, con la responsabilidad que se supone y que hay que exigir cuando de verdad se pertenece a un barrio.
Los políticos pueden hacer muchas cosas. Deben hacer muchas cosas. Los vecinos también, pues ellos son el mejor alcalde que puede tener un barrio. Los vecinos de Santutxu, desde su condición de mujeres y hombres pertenecientes a uno de los mejores barrios que jamás haya existido, tienen la obligación de hacer barrio todos los días. Y eso, no nos olvidemos, pasa por el compromiso real y consciente con lo que es nuestro y no debemos perder. Con ello, el ser del barrio y fomentar la pertenencia al mismo redundará en el mantenimiento de lo que somos al mismo tiempo que hará posible la evolución imprescindible hacia el futuro. Así ha sido a lo largo del tiempo en Santutxu. Patrimonio y futuro. Algo que, imprescindiblemente, exige la responsabilidad de todos los que habitamos este gran barrio.
Imanol Villa, Doctor en Historia y colaborador de El Correo
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