Rimas crudas y honestas
La Medizinah están de vuelta con “Mala praxis”, un nuevo disco en el que se mantiene la crudeza del sonido de la banda de Santutxu y en el que han contado, de nuevo, con la colaboración en la producción de Eneko, quien ya se ha convertido en un miembro más de La Medizinah. En cuanto a las letras, más de lo mismo: historias reconocibles y honestidad absoluta como sello personal de un grupo que no deja a nadie indiferente y que se caracteriza por decir lo que piensa… caiga quien caiga.
¿Cuál creéis que son las diferencias más notables entre este “Mala praxis” y vuestros trabajos anteriores?
A nivel técnico, creemos que es mejor, se nota un poco la mano de Eneko en la producción para dar más frescura al sonido del grupo, pero sin pasarnos poniendo artificios, ya que La Medizinah es un grupo de rap crudo y lo que hagamos queremos poder defenderlo en directo. Se nota la diferencia entre este y los anteriores, pero ha habido que tener cuidado para mantener el equilibrio y que siguiera sonando a La Medizinah. Por eso, sigue sonando crudo pero, a la vez, más fresco incluyendo algunos sonidos novedosos.
¿Ha sido fundamental, por lo tanto, el papel de Eneko a la hora de hacer este disco?
Pues sí, porque en el anterior disco ya fuimos a la producción con el disco hecho y esta vez empezábamos desde cero con música y letras porque Eneko ya es parte activa de la banda y es un miembro más de La Medizinah que viene a los bolos de DJ; Además, se nota que hay mucha sinergia entre todos porque nos conocemos desde hace un montón de años.
Eneko, ¿te ha costado mucho encontrar el sonido del disco?
Yo tenía miedo de estar a la altura de esa crudeza de La Medizinah, porque estaba acostumbrado a hacer cosas diferentes, cosas más light como La Banda del patio y así, con más armonía y para mí fue un reto y una satisfacción, la verdad. De todos modos, todos han mejorado mucho y ahora yo soy parte más activa del grupo, pero creo que todo ha ido de la mano. También es cierto que, con este trabajo, tardamos un poco más de lo que pensábamos y ha sido un disco sufrido por temas de falta de tiempo y porque queríamos hacerlo perfecto.
Lo que sí es innegable es la confianza que tienen en tu trabajo ¿no?
Pues la verdad es que a mí me da mucho miedo todo eso, porque muchas veces creen que son Dios y yo no tengo la llave de nada, sí que me mola que vengan a mí a dejarse llevar porque me motiva meterme de lleno en los discos. De hecho, ya estamos mirando cosas para el próximo disco y la intención es volver al sonido de las maquetas.
En vuestras letras, se hablan de cosas del día a día y os mostráis muy alejados de la típica imagen del rapero chulo y egocéntrico…
Sí, queríamos que fuera un disco auténtico, como nosotros. La Medizinah somos lo que ves y todo lo que cantamos es real. La imagen esa un poco caricaturizada de la que hablas está bien cuando lo entiendes como un papel o como un personaje que adopta el MC o, incluso, si tú eres así realmente.
También supongo que el tema de las letras irá en relación a una evolución personal y una madurez de quien las hace…
Claro, tú no puedes estar cantando con 40 años lo que cantabas a los 20 y eso les ha pasado a todos los grupos en la historia, porque un tío con 50 años, mujer y dos críos no va a seguir cantando “pis, culo, pis, culo…” (risas).
¿Pensáis que, para un grupo de música, es casi una obligación moral protestar contra aquello que no le parezca bien?
Al final, en este mundo, todo es política e incluso si dejas la política a un lado, ya estás haciendo política. Está claro que estás obligado a posicionarte, sobre todo si vienes de una parte de la sociedad, si eres un “Taburete” igual no te hace falta, pero nosotros tenemos claro que no iríamos ni por 1.000 euros a tocar a un local de Fuerza Nueva o algún grupo similar.
¿Cuesta en ocasiones decir las cosas en un momento en el que hay tanta censura en la cultura?
Sí, la verdad es que se nota esta censura y, en el caso de lo que nosotros hacemos, también ha habido mucha falta de respeto hacia los grupos de rap porque llegabas a los sitios y no teníamos más que una mesa y ni nos ponían equipo de sonido ni nada. El rap es una música que hay que escuchar, no son canciones con estribillos pegadizos y facilones… hay una falta de cultura absoluta y lo que le hace falta a mucha gente es viajar para ver cosas diferentes y aprender.
¿Cómo creéis que han afectado las nuevas tecnologías a la hora de hacer música?
La democratización de la tecnología ha ayudado a que se hagan cosas mejores, ya que ahora hay un montón de “cacharros” para tocar, probar… en mi época todo el que quería se echaba una guitarra y no tenía ni que saber tocar, pues ahora es lo mismo pero con un ordenador; también, gracias a la tecnología hay más gusto en la música y cualquiera puede hacer una maqueta decente. Dentro de la música hay una revolución que es impresionante y estamos flipando con las nuevas generaciones, porque son gente muy preparada y que están rompiendo con todas las reglas establecidas: destruyendo patrones, compases…
¿Qué tal veis el rap en Bilbao en estos momentos?
La espinita que tenemos es la de salir de aquí, cuesta mucho porque nunca se ha mirado mucho el rap de aquí y la verdad es que tampoco se mueve mucho por fuera el rock underground. Pero la gente que viene a Bilbao alucina con el rap de aquí por la unidad que hay entre todas las bandas y porque somos muy activos. Comparado con otros sitios, aquí estamos de puta madre, porque vas a sitios como Burgos, que han tenido más tradición que nosotros, y el circuito del rap está muertísimo, a pesar de haber allí unos artistas de primer nivel de los que ya no se acuerda nadie. Al final, la gente que menos tiene es la que más apuesta por los grupos y nosotros, por ejemplo, hacemos alianzas con bandas de Donosti o de otros sitios para poder tocar allí y que ellos puedan venir aquí, porque ahora lo que queremos es salir y ver lo que hay por ahí.
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