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LOS PRECARIOS
¿Los ven?. No me refiero a “los nadie” de Eduardo Galeano. Hablo de quienes guardan cola en la antesala de la exclusión social. Si miran bien verán personas mayores invisibles al otro lado del tabique, madres separadas sin apenas galletas desayuno, parados de largo olvido, trabajadores de contratos enmierdados, jóvenes sin rumbo en los smartphone, parejas sin paredes, y como no, colectivos de personas tuteladas por un tercer sector que necesita el ánimo de lucro.
Todos ellos conviven con usted; son sus vecinos, compañeros de trabajo, amiguitos de sus hijos, gran parte de ellas personas anónimas instaladas en medio de la nada entre el vergonzante silencio por no verbalizar su situación y la apariencia flagelante del “no pasa nada”. Personas al borde del colapso enfrentadas a la negación, resignación y aislamiento, sin apenas ya aire respirable por la asfixia de un modelo de vida que condena al “sálvese quien pueda”
Hablo del estado previo a solicitar una RGI que estigmatiza mientras se consume ansiolíticos, de reinventarse una navidad imaginada sin paga extra, de los ninguneados por una familia tóxica, de quienes se resisten al banco de alimentos, de aquellos que dudan en el supermercado entre huevos y pollo, de los ausentes por no poder contribuir al “pintxopote”, de zapatos y abrigo que no pasan de moda, de quienes piden paciencia a sus neveras el día 15 de cada mes, de los que demoran por emergencia el pago de recibos domiciliados, de los que no miran su cuenta bancaria por terror al descubierto.
¿Para qué tanta política social compasiva si el derecho no obliga a cumplir al neoliberalismo cabrón? El desaparecido Zygmunt Bauman nos adelantó en su “sociedad líquida” que todo se desvanece por romper las estructuras fijadas en el pasado favoreciendo el individualismo, lo cambiante y efímero. En esa misma trampa también han caído los estados. Sobre ello me ladró un “perro viejo con pulgas ”, decía que las instituciones no están para quitar ni dar, más bien para ponernos donde hay y permitirnos ser responsables de nuestro propio destino. Ya nadie lo grita, pero el bienestar se mal entiende, el progreso se vende caro, la condición de ciudadano se diluye, el silencio se cronifica, la ideología se barniza y las respuestas no llegan. Por eso toca determinar valientemente qué tipo de relación queremos tener con el amor, el trabajo y la educación.
Mientras tanto fíjese en los precarios, están ahí, a su lado. Cada día somos más y le estamos esperando.
Jokin González es Locutor de radio. Director y presentador del programa «Nunca serás tan joven» en Onda Vasca.
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