Kike Abasolo. Ex jugador y entrenador del Santutxu F.C.
Recuerdos de cuando el fútbol era fútbol
En este año dedicado al centenario del Santutxu, este mes tenemos a Kike Abasolo, una verdadera institución en el club donde estuvo jugando 13 temporadas y donde luego también estuvo como entrenador. Lateral fino, llegó a jugar en Tercera División en El Arenas en una época en la que el fútbol no tenía nada que ver con lo que es ahora.
¿Cómo empiezas en el fútbol?
Mi vida deportiva empezó en El Arenas. Con 15 años yo vivía en el Casco Viejo, me cogía mi bolsa y me iba en tren a entrenar porque no había las facilidades que hay ahora de que me llevara mi aita o mi aitite en coche. Allí estuve jugando en el juvenil y en Tercera que, entonces en el año 68, era como la Segunda B de ahora e íbamos a jugar a Ponferrada, a Lugo… algo que era como ir ahora a Marbella. Jugaba de lateral, de estos carrileros que corrían la banda, de los que no había muchos entonces.
¿Y cuándo te ficha el Santutxu?
Yo iba a ir a la mili y vino Fernando Grijalba a ficharme; en aquella época el Santutxu podía coger los mejores jugadores que había por aquí porque era un club que pagaba bien, e incluso me acuerdo que me daba unas cestas de navidad que no me las daban en mi trabajo. Así que, dejé el Arenas por comodidad y porque, al final, éramos una cuadrilla de amigos, porque conocía a mucha gente en el club y aquí estuve desde el año 71 hasta el 83.
O sea que viviste la época bonita del primer ascenso…
Sí, me acuerdo del empate en San Inazio en el último partido con gol de penalti de Mitxelo con el que pudimos ascender por primera vez. El año anterior no pudimos subir por poco y fue una época en que se vivieron un montón de cosas: ascensos, descensos, e incluso cuando nos cerraron el campo porque pegaron al árbitro y tuvimos que jugar por ahí todo el año.
¿Qué tiene de especial el Santutxu que no lo tienen otros clubs?
El Santutxu tiene de especial que esto es como una familia y haces amigos rápidamente. Yo me acuerdo de que salíamos del entrenamiento y solíamos ir los viernes a una bodeguilla y allí había un directivo, Iñaki Txintxurreta, que nos tenía preparadas las ensaladas y sacábamos un poco de bonito, unas anchoas… allí nos juntábamos toda la plantilla y había un ambiente estupendo. De hecho, en la cena que hicimos el otro día, nuestro grupo era el más numeroso, lo que quiere decir que todavía se mantiene esa amistad. Me acuerdo del masajista Marijuan que, junto a Mariano, eran como unos padres para nosotros y nos tenían como una piña. Hubo tiempos difíciles pero se mantenía la armonía en el grupo y eso era fundamental.
¿Crees que ha cambiado mucho el fútbol desde entonces?
Muchísimo. A mí no me gusta todo lo que rodea al fútbol hoy en día: padres, madres, aitites… todos piensan que van a vivir del chaval y cuando estoy viendo los partidos a veces me tengo que ir por las bobadas que escucho. Lo que tiene que hacer el chaval es divertirse y ellos están pensando en los ojeadores, en que si “a este le ponen porque es amigo de tal”… lo que tienes que hacer es que juegue y el tiempo ya pondrá a cada uno en su sitio. Aparte de eso, también han cambiado las instalaciones, porque nosotros jugábamos en campos de arena, sin agua caliente, con unas botas que pesaban la de Dios…
¿Piensas que esos cambios se debe a la influencia de los medios?
¿Tú has visto cómo celebran los goles? ¡Bobadas! y eso es porque los medios se pasan el día bombardeando con Messi, Cristiano y luego los chavales copian esas actitudes, las pintas, las botas… ¿tú te crees que yo he visto críos de 10 años con unas botas personalizadas? Y luego también chavales que, con trece años, ya tienen representante… eso es increíble.
¿Cuál es el mejor momento que recuerdas como futbolista?
En el Santutxu, el primer ascenso del Santutxu y en mi vida deportiva pasar del juvenil al primer equipo en el Arenas.
¿Te habría gustado dedicarte profesionalmente a ser futbolista?
Claro, y más si se hubiera pagado como ahora. Pero si me hubiera venido algún equipo de categoría superior, a lo mejor, si me hubiera ido, porque en aquella época había trabajo y podías pedir excedencias o marcharte de un sitio porque siempre ibas a poder ir a otro, no es como ahora. Pero al final me quedé aquí porque, aunque recibí ofertas de equipos de la misma categoría, ¿dónde iba a estar mejor?
Supongo que también recordarás algún momento duro…
Sí, recuerdo el descenso y, sobre todo, cuando me rompí la clavícula el primer año que me marché del Arenas jugando en el Santutxu precisamente contra mi ex equipo.
¿Cuál es el mejor jugador que has visto?
Por mucho que se hable de Messi y de todos estos, para mí Fidel Uriarte ha sido el mejor; y del Santutxu ha habido muchos buenos y es complicado decir uno, porque no es lo mismo jugar de delantero que de defensa… para mí por ejemplo un delantero bueno era Calleja, Bulunburu, Elías… el Santutxu ha tenido grandes jugadores que podrían haber jugado sin problemas en el Athletic. El fútbol evoluciona como todo, pero ¡cómo jugaba aquella gente!
Aparte de jugador, tú también fuiste entrenador. ¿Es más difícil jugar o entrenar?
Es más complicado entrenar que jugar. Yo empecé en infantil, después estuve con Mitxelo en cadetes y luego en Tercera, también estuve con Mariano que me llevó al Zamudio y una de las grandes alegrías del fútbol es que cando voy por allí la gente me saluda y me aprecia, por lo que creo que algo haría bien.
¿Cuál crees que es la clave para que un club dure 100 años?
Una de las cosas fundamentales ha sido los buenos presidentes que han tenido y ahora, desde que Mitxelo empezó con la cantera, eso conlleva que no se tengan que hacer grandes fichajes y que esos jugadores continúen en el equipo.
¿Un deseo para el Santutxu en este aniversario?
Pues ahora que lleva once años seguidos en Tercera, que ojalá pueda verlos ahí otros once más, que será difícil porque está muy complicada la categoría.
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