Un todoterreno de los escenarios
Diego Pérez ya pasó por estas mismas páginas cuando empezábamos con este maravilloso proyecto que es Santutxu y +. En aquel momento, hablábamos de cómo había empezado en el mundo de la interpretación, de sus proyectos de entonces y de muchas cosas más. Fue una conversación tan amena que casi cinco años después hemos querido repetir con uno de nuestros “padrinos”, un actor como la copa de un pino al que en este tiempo no hemos dejado de ver en los escenarios de nuestros teatros y que ha empezado el año rescatando el Cabaret Chihuahua, una producción de Pabellón 6, donde repite este mes de enero (desde el día 11) con “Ocaña”, una obra donde podemos disfrutar de un Diego Pérez diferente, en un papel más dramático de lo que nos tiene acostumbrados.
¿Cómo ha cambiado Diego Pérez desde que le entrevistamos en este mismo periódico ya hace casi cinco años?
Pues a nivel personal sigo siendo la misma persona, aunque me he ido a vivir a Begoña, no lejos de Santutxu, lo justo para venir andando (risas); y a nivel profesional, tengo más experiencia porque he tenido la suerte de haber seguido trabajando durante este tiempo, así que lo que sí he hecho ha sido adquirir más conocimientos.
Supongo que, cuando terminó “Vaya semanita” pasarías por un momento de incertidumbre después de tantos años de “estabilidad”…
La verdad es que sí hubo un poco de miedo, porque estuve año y medio sin trabajar. Yo, en aquella época cometí un gran error que fue irme a vivir a Madrid mientras trabajaba en Donosti porque todo mi círculo estaba aquí y tuve que rechazar trabajos. Así que, cuando se acabó “Vaya semanita” no tenía nada que hacer y por eso decidí que nunca más me iba a suceder eso, así que ahora acepto todo el trabajo que me ofrecen porque no sabes cuándo van a dejar de hacerlo.
Pero mirando el lado bueno de que acabara un programa en el que llevabas tanto tiempo, ese cambio también te habrá servido para evolucionar como actor ¿no?
Así es. Tuvo que pasarme algo a nivel personal para que yo volviera aquí y, a partir de ese momento en que regreso, todo ha sido positivo, ya que empecé con Cabaret Chihuahua que fue lo primero que hice y que, a día de hoy, todavía sigue en activo aunque no sea de manera continua, sino que lo recuperamos de vez en cuando, como estas navidades. A partir de empezar con “Cabaret Chihuahua” no tengo la sensación de haber parado y eso fue porque decidí volver, así que se puede decir que aprendí de la lección y nunca me voy a volver a alejar de aquí, donde tengo la gente que me quiere, que valora mi trabajo y que quiere trabajar conmigo.
¿Es tan complicado trabajar como actor en Madrid?
Madrid está guay si tienes trabajo, pero yo me fui sin tener nada, a buscarme la vida y estuve trabajando en una tienda de ropa… me lo pasé pipa allí pero, a nivel de actor, hice anuncios y poca cosa más, me faltaba esa conexión con la gente que se dedicaba a esto, algo que sí que tengo aquí.
Tal y como me cuentas, empezaste en Pabellón 6 con “Cabaret Chihuahua” y, a partir de ahí, has participado en diferentes producciones del centro, ¿cómo cambió tu vida al entrar en Pabellón 6?
No puedo estar más agradecido a Pabellón 6. Es un sitio que recoge actores pero que, lógicamente no es una ONG porque tienes que trabajar mucho para demostrar que puedes estar ahí. Es un sitio que ha abierto un camino para mucha gente que, de otra manera, no tendría donde ir, este año va a haber cinco producciones propias con diferentes equipos de trabajo y eso es un montón de gente de esta profesión trabajando que, de no ser por Pabellón, no tendría donde hacerlo porque sitios como el Arriaga hacen producciones propias, pero son más escasas y es más complicado acceder a ello. Aparte, en Pabellón 6 también se hacen jornadas, talleres… es un lugar único.
…Y encima gestionado por maestros de la profesión como Ramón Barea, lo que supongo que será un incentivo añadido a la hora de trabajar…
Sí, la cabeza visible de Pabellón 6 es Ramón pero también está gente como Felipe Loza, Itziar Lazkano o Irene Bau, que son maravillosos y con los que da gusto trabajar.
¿Ha sido importante para Pabellón 6 el hecho de que varias producciones propias hayan sido representadas también en otros escenarios como los del Arriaga o el Euskalduna?
Claro, en ese sentido, el Arriaga también ha entendido que Pabellón 6 era un nuevo espacio con posibilidades para ellos y está claro que, en este mundo, hay que entenderse y quererse, y compartir, no competir. Al final se retroalimentan y varias producciones de este año también son producciones del Arriaga lo que te permite hacer un trabajo mejor porque ponen algo de dinero.
¿Es un privilegio para ti poder vivir de una profesión tan complicada?
Sí, para mí es fundamental poder trabajar en lo que te gusta… ya no te hablo de hacerte millonario, yo con sobrevivir me conformo y, de momento, no me quejo, porque si te metes en esto con la idea de hacerte rico la vas a cagar, porque eso es casi imposible.
Hablábamos antes de “Cabaret Chihuahua”, que Pabellón 6 ha recuperado en esta temporada navideña y que se ha convertido casi en un acontecimiento social. ¿Qué tiene esta obra para causar ese efecto en el público?
Con estas, casi vamos a llegar a las 200 representaciones de “Cabaret Chihuahua” que, como bien dices, es como un acontecimiento. Esta obra es una fiesta y hay gente que ha repetido varias veces, porque ir a un sitio donde te vas a sentar, te vas a reír y te lo pasas bien hace que la gente quiera volver y eso es lo que tiene “Cabaret Chihuahua”, que la gente sale más contenta de lo que entra, algo que es muy importante.
Por otro lado, en Enero también vuelve “Ocaña”, una obra muy diferente y en la que podemos disfrutar de tu interpretación en un registro más dramático al que no nos tienes muy acostumbrados…
Ocaña es un trabajo totalmente opuesto a “Cabaret Chihuahua”. Cuenta la vida de José Pérez Ocaña, un pintor sevillano, que se marchó a Catalunya para poder vivir como quería, porque fue un activista gay y anarquista y eso en un pequeño pueblo como el suyo no se llevaba bien y, por eso, tuvo que irse a para poder desarrollarse como persona. En “Ocaña” estamos cuatro actores, Mikel Losada, Itziar Lazkano, Unai Izquierdo y yo, dirigidos por María Goirizelaia. No quiero decir que sea un dramón porque la comedia también está presente en alguna pincelada y, como diría mi amigo Unai, “es un drama con sonrisa”; es muy bonita de ver y la música es también muy importante para entender la obra. Es un bomboncito y estoy encantado de poder hacerla, porque la gente va a ver algo diferente que te mueve por dentro y se sale mucho de lo que suelo hacer.
¿Requiere más esfuerzo hacer este papel que hacer comedia?
Yo estoy cómodo en todo lo que hago, y hay cosas que, por mi experiencia, me salen más fáciles y otras que me cuestan más y que tengo que ensayar más, pero yo no diría que requiere más esfuerzo, sino que requiere un poco más de mí y no me cuesta hacerlo porque me encanta haber podido hacer de Santiago, que es mi papel en Ocaña.
Cuéntanos cuáles son tus próximos proyectos para el nuevo año
Esto es muy bonito porque parece que hay una regla no escrita en la profesión por la que tienes que decir que tienes un montón de cosas que hacer, pero yo acabo ahora en enero las funciones y, aunque tengo un par de cosas sueltas, estoy abierto a todo lo que me quieran ofrecer. Irán llegando cosas porque siempre llegan pero, de momento, no las hay, pero esto siempre es así, para que no te confíes… hasta Bette Davis en su momento puso un anuncio en el periódico para ofrecerse para trabajar así que, como yo aprendo de los grandes, aprovecho el periódico de mi barrio para decir que estoy abierto a propuestas de trabajo (risas).
Comments: no replies